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Concierto de la pianista Sara Pinaque García, en la Escola Berenguela

 Escola Berenguela, Praza de Feixóo, 1. Santiago de Compostela

Concierto en invitación de la Escola Berenguela– día 1, a las 20´00 h.- en el que tendremos como protagonista a la pianista Sara Pinaque García, un reconocimiento al centro que había sido lugar de los primeros años de formación y del que seguimos conservando excelente memoria. Sara, recuerda con devoción a sus maestros Alexander Gold y Josep Colom, con quien había ampliado en los Cursos U. I. de Música en Compostela, tras el período en el CMUS con Jorge Valdés, comenzando desde pronto a participar en ciclos y convocatorias destinados a jóvenes talentos. Pronto se descubrió la consolidación de un futuro que es una modélica realidad y entre otros maestros, merecen mención Claudio Martínez Mehner, Iván Citera, Nikolai Demidenko, Elena Kuztensova o el añorado e ilustre Dmtri Bashkirov. Tenerla de nuevo entre nosotros, será de nuevo un acontecimiento íntimo y personal. En propia opinión y con respecto a su apreciada Escola Berenguela, recordaba en un entrevista realizada cuando todavía era una adolescente con ambiciones: Desde el comienzo me encontré como en una gran familia y así sigue siendo hasta hoy con mis compañeros- pensemos en Rosalía Gómez Lasheras-, añadiendo que Alexander Gold tuvo mucho que ver en la evolución de aquellos primeros estudios. El maestro Gold, no dejará de ser un padre educador y consejero. Ya entonces, en el planteamiento de sus repertorios, aparecían nuestros grandes de la tradición hispana, Enric Granados, Isaac Albéniz, Frederic Mompou e irrenunciablemente, Manuel de Falla. Buenas directrices para enfocar ese futuro que es realidad.

Pero para esta tarde el programa nos llevará a tres compositores del romanticismo, Robert  Schumann, con la Sonata nº 2, en Sol m op. 22Frederic Chopin, con la Balada nº 1 , Op 23, en Sol m. y la Sonata nº 30, en Mi M. Op. 109, de L.v. Beethoven. La obra schumanniana aparecería tras la muerte del autor, resultando la más clara y concisa con un Primer tiempo que parte de la sugerencia so rasch wie möglich (tan rápido como sea posible), acelerándose hasta una coda schneller y a un noch schneller (más rápido). Destaca el gran desarrollo modulante que a la postre nos trasladará a un impetuoso crescendo-accelerando y fortissimo final. El Andantino muestra la indicación Getrangen que simula el aria de la Op. 11, por su interno lirismo, sobre un trabajo de filigranas polifónicas. Como en el aria citada, el tema está basado en uno de los once lieder de juventud Im Herbst (en otoño), de Kerner. El tiempo concluye en una calma extática de personal expresión. El breve scherzo Sher rasch und martikiert (rápido y marcado), es acelerado y rítmico, marcado por detalles que el oyente percibe como acciacaturas, antes de pasar al Presto final, especie de Rondó, idea de una agógica en motu perpetuo de semicorcheas. Destaca la brillante coda Quassi cadenza prestissimo, que se acelera sin reposo, con un impulso avasallador.

La Balada nº 1, en Sol m. Op. 23, de Chopin, estrenada por el autor en Leipzig  en octubre d 1835, había merecido una excelente acogida por parte de Schumann, precisamente porque está construida por una enorme libertad formal, como si fuese una fantasía que entrañara un poema sonoro encumbrado gracias a su ardor y plenitud. Ya desde las primeras notas, derrocha esa genialidad que se le atribuye, en cuanto al tratamiento pianístico, obsesionado por descubrir los apabullantes recursos del teclado que tanto le obsesionaban. Se acepta en consecuencia, que el virtuosismo exigido es equiparable a sus obras más reconocibles. Por su lado, la amplia sección central, conforma el grueso de la obra, preludiada en gran medida por siete lentos compases que contribuyen a recrear el ámbito emocional de la obra. En el Presto con fuoco, la Balada se manejará con una descendente extensión de acordes acelerados, con octavas en ambas manos, de talante rotundo que confirma la tonalidad de la composición.

Beethoven con la Sonata nº 30, en Mi M. Op. 109. En sus tiempos de gran profundidad de planteamiento: Vivace ma non troppo;Adagio espressivo; Prestissimo; Andante molto cantábile ed espressivo. Obra que abre el grupo de las sonatas últimas, compuestas entre 1820/2, en medio de la búsqueda de una diferente fisionomía estructural y dialéctica conseguida gracias a la revolucionaria disposición de sus movimientos, llegando a parecer el verdadero problema que permanentemente le agobiaba, en aquellos años tan intensos. En resumen ya no son los tres o cuatro movimientos tradicionales, ni los clásicos Allegro ensamblados con un tiempo Lento, sino solamente dos movimientos movidos, breves, breves y concisos, que tienden a un final concebido como tema con variaciones. Para Rattalino, la Op. 109, habría merecido también el título de Quasi una fantasía, que el autor había empleado precedentemente para la Op. 36. En el Primer tiempo, el alternarse entre del Vivace y el Adagio, produce la impresión de una forma libre, toda vez que la propia naturaleza del discurso musical, recuerda una improvisación.

Ramón García Balado

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